Leyenda del tesoro de la Catedral de Mérida
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Saturnino Antonio Canga nunca lo ha dudado: “De que esa mina existe es tan seguro, como que estamos aquí ahora mismo”, dice.
A sus 80 años, vive convencido de que en alguna cueva, de las cientos que hay en Cabo Corrientes, en la península de Guanahacabibes, continúa oculto el tesoro de la Catedral de Mérida.
Durante más de tres siglos, no han faltado quienes impugnen los mapas y demás documentos que acompañan una de las leyendas más famosas de cuantas legara la piratería en las costas de Cuba, pero hay una prueba que nadie se atreve a cuestionar: la historia de José Antonio Canga, el tío de Saturnino.
Cuentan que una tarde, allá por la década de 1930, el hombre llegó a la casa de su madre, en el poblado del Cayuco, a la entrada de Guanahacabibes, y le entregó varias monedas de oro con una frase terminante: “tenemos dinero para comprar el Cabo de San Antonio”.